El Sitio y la Defensa de Paysandú de 1864 - 65
Este sitio fue creado para brindar informacion historica sobre el famoso Sitio de Paysandú de fines de 1864 hasta, como dijiera el Profesor Miguel Angel Pias "Hasta el 2 de enero de 1865, cuando Paysandú murió de gloria" y por la cual posteriormente a Paysandú se la llamaria "LA HEROICA".
No es nuestro interes entrar en polemica tan solo, encontrara en este sitio, una aproximacion historica de los hechos, el diario de guerra escrito por el Cap. Hermogenes Masanti (quien fuera heroe de la defensa), que describe dia a dia esta valerosa defensa de nuestra ciudad, y algunos documentos, biografias y fotos sobre la epoca.
CONTEXTO HISTORICO
En esa fecha tuvo lugar el asalto final a la ciudad de Paysandú, ocupada por fuerzas leales al gobierno provisional de Atanasio Aguirre asumido el 1º de mayo de 1864, comandados por los Grales. Leandro Gómez y Lucas Píriz, luego del sitio que desde fines de 1864 le impusieran las fuerzas del caudillo colorado Gral. Venancio Flores, alzado en armas desde el 19 de abril de 1863. Luego de complejos movimientos militares y diplomáticos que envolvieron a los gobiernos argentino y brasileño, así como al del Paraguay, Flores realizó una alianza con el Brasil, y marchó hacia Paysandú con tropas de infantería, caballería y artillería poniéndole sitio por tierra el 30 de noviembre. El 4 de diciembre, el navío brasileño Tamandaré desembarcó por el río Uruguay 400 soldados con artillería; comenzando de inmediato el bombardeo de la ciudad. El 15 de diciembre llegaron 1.500 soldados brasileños, mientras se acercaban más fuerzas brasileñas, que totalizaron más de 6.000 hombres. Desencadenado el ataque el 31 de diciembre, se combatió ininterrumpidamente durante varios días, hasta que finalmente la ciudad cayó en manos de los sitiadores.
Esta es una historia que merece ser contada, que no debe ser olvidada por las nuevas generaciones de orientales. Es una historia de heroísmo, de idealismo, de patriotismo, de honor, de sacrificio y valor. Es la historia de la Heroica Defensa de Paysandú, llevada a cabo por un puñado de patriotas que dieron sus
vidas por TODOS nosotros.
LA DEFENSA DE PAYSANDÙ
DIARIO DE GUERRA DEL CAPITAN HERMÒGENES MASANTI*
*Ayudante de la escolta del General Leandro Gómez. Nacido en Villa Purificación en 1815, habiendo integrado sus padres la columna del puerto Éxodo del año 1811. Murió en Paysandú en la calle Charruas y Treinta y Tres Orientales, el 29 de Junio de 1868.
Gral Leandro Gomez
El máximo representante, líder y comandante en Jefe de la defensa fue Leandro Gómez, nació en Montevideo, el 13 de marzo de 1811. Desde su juventud sus actividades se encaminaron hacia el comercio y hacia la ejecución de trámites administrativos y judiciales. Nada hacía pensar que ocuparía años más tarde el liderazgo militar. Asociado con su hermano Francisco, establecieron dos casas comerciales una en Montevideo, y la otra en Buenos Aires, donde estaba Leandro. Cerrada la empresa en 1837, fue amigo personal del General Oribe, y comienza actuar como mediador en el conflicto con Rivera. Desde allí en más comenzó su acercamiento a la política nacional y al destino de su patria. En 1845, estará junto a Oribe en el Sitio a Montevideo. En 1856 es Sargento mayor de caballería y en el 1858 lo ascienden a Teniente Coronel, luego de vencer al General César Díaz. En 1860 asciende a Coronel y durante la presidencia de Berro lo nombran Oficial Mayor del Ministerio de Guerra. Adjunto al Estado Mayor del ejército de operaciones en Campaña debe unirse a las fuerzas gubernamentales para enfrentar a Venancio Flores. Luego Comandante Militar en Salto y de allí a la defensa de Paysandú.
1 DE DICIEMBRE DE 1864
Varias fotos ilustran algunos defensores, en orden: Gral. Leandro Gómez, Cnel. Emilio Raña,
Gral. Lucas Piriz ( centro), Cte. Juan María Braga y Cap. Federico Fernández
El General Venancio Flores acampo con su ejército en el Arroyo Sacra, a la vista de Paysandú.
El mismo día el General Leandro Gómez hizo los siguientes nombramientos por la orden General:
Para jefe de la defensa de la Plaza, al Coronel don Lucas Pìriz. Para Jefe de la línea de cantones del Este, al Coronel don Emilio Raña.
Para Jefe de la línea Oeste; al Comandante don Pedro Rivero.
Para jefe de línea Sur; al Coronel don Tristàn Azambuya
Y para jefe de la línea Norte; al Comandante don Federico Aberasturi.
También se nombraron los Comandantes de cantones y se designo a las fuerzas para guarnecerlos.
DICIEMBRE 2
El General Flores establece el sitio de la Plaza.
DICIEMBRE 3
El General Sitiador envió de mañana un parlamento, que fue recibido en la avanzada por el Capitán don Enrique Olivera paso el pliego al Jefe del Detall, que a su vez lo pasó a General Leandro Gómez. Este pliego era una nota en que el General Flores intimaba la rendición de la Plaza.
Lo que el General Leandro Gómez se impuso de la nota, escribió al pie de ella: CUANDO SUCUMBA; firmo y devolvió el pliego.
El mismo día el Almirante Tamandarè comunica al General que si no se rendía inmediatamente, al día siguiente seria bombardeada la ciudad.
El General contestó que estaba dispuesto a defenderse hasta el último trance. Que por lo tanto podía bombardear la Plaza y que la bombardearía impunemente, porque no tenía cañones para contestar a los morteros y obuses con que se le amenazaba.
En la tarde de ese día, el General ordeno que formase en la Plaza toda la guarnición, que con las incorporaciones de que hemos hablado, constaba de 1120 y tantos hombres incluso los jefes y oficiales. Formada ya la guarnición, el General Gómez se presento a caballo, vestido de camiseta punzó cruzada por una bandera celeste, con una bandera nacional en la mano derecha, como se ve en el retrato; y pronunció una entusiasta proclama, concluyendo con estas palabras textuales: ¿Juráis vencer o morir en la defensa de esta Plaza?
Si, juramos. Respondieron a una voz los Jefes, Oficiales y Soldados de la Guarnición, atronando después los aires con sus vivas.
DICIEMBRE 4
Paso ese día sin más novedad que algunos tiros en la avanzada.
DICIEMBRE 5
El General Gómez circula una orden del día, en que comunica a la guarnición las intimaciones hechas por el General Flores y el Almirante Tamandarè, agregando que ni aun habían tenido el valor de cumplir sus amenazas, puesto que ni el uno había atacado, ni bombardeado el otro.
DICIEMBRE 6
La casa conocida por la azotea del General Don Servando Gómez, dista 10 o 12 cuadras de la Plaza, en dirección al Este. Desde este punto y antes de salir el sol, el General Flores, rompió el fuego de artillería sobre la ciudad, siendo contestado con ventaja por el Baluarte de la Ley, donde se hallaba el General Gómez.
Ya hemos dicho que este Baluarte consistía en un torreón construido en un ángulo Sureste de la Plaza principal y ahora añadiremos que sus paredes eran de cal y canto y de vara y media de espesor, cuyo torreón, por su altura, dominaba los edificios próximos.
Tenía un techo sostenido por vigas de ñandubay, a guisa de tirantes sobre el cual se habían colocado las tres piezas de fierro, calibre 12, sirviendo el interior del Baluarte para el depósito de las municiones de guerra.
En el otro ángulo de la Plaza y mirando al este, se había improvisado una explanada de madera, en la cual se había puesto una de las carronadas desembarcadas del Villa de Salto, la cual estaba a cargo del Capitán don Lindolfo García, siendo su segundo el Sargento 1° distinguido don Juan Irrazabal, cuya pieza se desmontó al hacer el primer disparo, quedando completamente inutilizado.
La otra carronada se había colocado el la línea de defensa, en el ángulo que mira al Oeste – Norte cuya pieza se hallaba a cargo del Capitán Clavero, siendo Jefe de ese cantón el Teniente Coronel don Silvestre Hernández.
La pieza de a 8 , de bronce que mandaba el Alférez don Joaquín Espilma, estaba situada en la esquina de la Plaza, donde se encuentra la casa del señor Argentò , y la pieza de la 6 , que comandaba el teniente Rafael A. Pons, por ser la mas liviana se dejó como reserva para acudir al punto que fuere necesario. Durante el ataque prestó muy importantes servicio , ya en una parte , ya en otra, donde era más acometida la Plaza por el enemigo, haciendo mas tarde igual servicio la pieza de a 8.
Decíamos que antes de salir el sol el General Flores rompió el fuego sobre la Plaza, que contestado ventajosamente por el Baluarte de la Ley, adonde se había trasladado el General Leandro Gómez.
Como a las 8 de la mañana se sintió una fuerte y prolongada detonación hacia el lado del Puerto.
El General, que en ese instante observaba con su anteojo los movimientos del ejército sitiador, diose vuelta para preguntar: - que es eso?
- Son los Brasileros mi General, que recién nos dan los buenos días, contesto el Mayor Larravide, que iba subiendo al Baluarte para comunicar al General Gómez que acababa de desmontarse la carronada.
- Pues dejen que sigan tirando esos cobardes, dijo el Jefe de la Defensa.
Desde ese momento comienza el bombardeo de la escuadrilla imperial. El Batallón de Defensores, que se hallaba formado en columna cerrada en el centro de la Plaza, marcho a ponerse a cubierto dentro de la Iglesia, pues una bala de cañón acababa de matarle 11 soldados. A ese mismo tiempo otra bala se lleva la garita situada en la puerta del Cuartel de Guardias Nacionales, y cuando todos creíamos muerto al centinela que estaba en ella le vemos levantarse del suelo dando vivas a la patria!
A las ocho y media una bala de grueso calibre, disparada por una de las cañoneras, perforó las 2 gruesas paredes del Baluarte de la Ley.
Si pega una vara mas abajo incendia las municiones y hace volar el Torreón. Entonces el General manda que se desagoten apresuradamente los aljibes de las casas de Iglesias y Moreira, para transportar a ellos dichas municiones, empleándose en ambos trabajos la mitad del Batallón Defensores y algunos Guardias Nacionales.
A las 9 trae el enemigo el primer ataque a la Plaza, pero tan mal dispuesto y descabellado, que vienen en columnas cerradas, sin hacer cesar el fuego de la artillería de tierra ni el bombardeo de su escuadra, sin reconocer en que consisten nuestras defensas, sin conducir tablones u otros objetos para echar sobre los fosos y cruzarlos, ni escalas para subir las trincheras, ni otros útiles y materiales indispensables para dar un asalto y tomar una Plaza.
Así pues, en columnas cerradas se metieron en las calles de la población, siendo barridos por nuestros fuegos de artillería y fusilerìa.
Por otra arte, los proyectiles de la escuadrilla, torpemente dirigidos porque unos pasaban por alto y otros no llegaban a las trincheras causaban también estragos en las filas de las asaltantes.
Nosotros hemos abierto boquetes y portillos en las casas y cercos de la vecindad, de modo que podemos comunicarnos con todos los puntos de nuestra línea a cubierto de los fuegos enemigos, y hacemos los nuestros por entre las troneras y con toda seguridad. No puede ser más desventajosa la situación del enemigo, que ha atacado las líneas Norte y Oeste de la ciudad.
Una columna de infantería Brasilera, que se supone desembarcada de sus buques, avanza confiadamente y como segura de la victoria pues marcha con la bandera desplegada, banda de música a la cabeza y las armas a discreción, con derechura a la Plaza, por la calle que viene del Norte, hacia la esquina donde esta la casa de la viuda de Paredes, y donde se había colocado la pieza de a 6.
De manera que esa columna va a recibir el fuego de esta trinchera el fuego oblicuo de las troneras del corralón de la casa de Paredes donde hay 50 hombres ocultos, y el fuego del Cuartel de Artillería y de la Iglesia en construcción, donde se ha situado la mayor parte del Batallón Defensores.
El General dispone que no se dispare ni un tiro mientras no se oiga el estampido de la pieza de a 6, cargada a metralla hasta cerca de la boca y enfilada a la tropa imperial. Trescientos orientales con los fusiles apuntando al pecho del enemigo, aguardando ansiosamente la señal de la pieza. ¡Cuánto tarda!
El General espera que los Brasileros estén a una cuadra de la trinchera.
Ya han llegado. Entonces gritó: - ¡Fuego! ¡Se oye al instante el cañonazo convenido y los trescientos fusiles hacen una descarga ruidosa. Cuando se disipo el humo, pudo verse el tendal de cadáveres de Brasileros y al resto de la columna que huía en completa dispersión.
A eso de las 11 de la mañana, un Batallón se aproxima, por la marcha de franco, hacia el cantón situado en la calle de la derecha, viniendo del Puerto y cuyo Jefe es el Comandante don Silvestre Hernández. El Mayor Larravide, que a la sazón se encontraba en la misma calle, como a una cuadra de distancia del cantón, observando que no se hacia fuego al enemigo, corre a dicho cantón y manda que se rompa al momento. Los defensores del cantón habían tomado a esa fuerza por tropa de la Plaza!
El Capitán Clavero hace fuego con su carronada y al primer tiro se desmonta, dejando además fuera de combate a dos de sus artilleros.
Inmediatamente el Mayor Larravide dice al Capitán Clavero: - Capitán, ya usted no es mas artillero. Ahora es infante-: ocupe con los 6 soldados que le quedan la tronera de la trinchera y cuya orden fue obedecida al instante por Clavero.
A las 12 del día, el fuego es General en toda la línea. El Coronel Piriz se multiplica en esas horas, ya acudiendo a los puntos más amenazados para contener al enemigo; ya saliendo fuera de las trincheras para atacar a su vez. Las piezas de 6 y 8 andan de un punto a otro de la línea para hacer fuego donde sea necesario.
El entusiasmo de la guarnición es inmenso e indescriptible. En medio de la pelea se oyen los vivas que los Guardias Nacionales dan a la Patria, a la Independencia, al Gobierno, y a sus Jefes inmediatos. Aquí no hay ningún cobarde, todo el mundo esta en su puesto de honor; y los Jefes superiores, seguidos de sus ayudantes cruzan al galope de un punto a otro de la línea, impartiendo ordenes y conteniendo el ardor de la tropa que quiere lanzarse fuera e las trincheras.
En el centro de la Plaza se elevaba una pequeña pirámide con la estatua de la Libertad.
Un proyectil de la escuadra Brasilera, disparado a las 2 de la tarde, hace saltar en pedazos el monumento. El General Gómez estaba con sus ayudantes en una esquina de la Plaza. Al ver volar los fragmentos de la estatua, dice el Capitán don Hermenegildo Alarcón:
- Mi General, los Brasileros han muerto a la Libertad. El General contesto:
- Levantaremos nuevamente su estatua, sobre una pirámide hecha con las balas demandantes de los cantones, que en cuanto pase el fuego recojan, todas las balas Brasileras que se encuentren.
El fuego ha seguido sin interrupción hasta las 4 de la tarde, en que principio a disminuir por parte del enemigo, que ha sido rechazado de todos los puntos por donde traía el asalto. El bombardeo de la escuadrilla Brasilera continúa una hora más.
A las 6, poco más o menos, el enemigo comienza a retirarse en desorden y a la oración solo se ve una pequeña fuerza de los asaltantes, que se ha apoderado de la casa de don Atanasio Rivero y de la contigua, frente al edificio de la Jefatura y calle por medio. El fuego ya ha cesado completamente a excepción de uno que otro tiro, cambiados entre los defensores el cantón de la Jefatura y los que se han posesionado de las casas referidas.
El Jefe del Detall hace tocar lista y empieza a recibir los partes.
El Coronel Raña ha sido herido de gravedad y el Comandante don Juan M. Braga ha quedado bastante estropeado por los cascotes del parapeto del Baluarte de la Ley.
También hay 7 oficiales heridos más o menos gravemente, 4 muertos y 113 individuos de tropa fuera de combate.
Además de las 2 carronadas que se desmontaron, la pieza de a 6 ha quedado desfogonada y una de las de 12 inutilizada por un proyectil del enemigo.
El corralón en que estaba la hacienda, ha sido arrasado por las balas y los animales que no han muerto han huido en todas direcciones.
Se calcula que los asaltantes han tenido como 660 bajas, a juzgar por el número de muertos que han dejado. Se han recogido gran cantidad de armamentos del enemigo, correajes de infantería, barnizados de blanco con el escudo de armas imperiales, algunos instrumentos de música, 2 cajas de guerra y 4 cajones de munición de fusil con rótulos en portugués.
La fuerza con que ha atacado el General Flores no bajara de 4500 hombres, inclusive las tropas de don Pedro II, desembarcadas de las cañoneras.
La ciudad presenta un aspecto lúgubre. Por todas partes se hallan ruinas.
Las casas están agujereadas por los balazos, las puertas hechas pedazos, las rejas de las ventanas divididas en 100 fragmentos, el piso de las calles lleno de hoyos y zanjitas, producidos por el rebote de las balas de cañón y la explosión de las bombas y granadas. Las familias están de duelo por las pérdidas que han sufrido en muchos de sus miembros más caros.
Madres, hijos y hermanos tienen que lamentar la muerte de algún ser querido. Pero la bandera Oriental flamea todavía sobre los escombros de Paysandú…gloria a la Patria!!
La fuerza que se apodero de la casa del señor Rivero aun permanece allí; no se comprende como la han dejado. En ese momento se dice que el Coronel Piriz se prepara para atacarla.
DICIEMBRE 7
Parte de la guarnición se ocupa de enterrar los muertos, parte en juntar balas y el resto en aprontarse para asaltar la casa de Rivero.
Ya esta lista. Los que van a desalojar al enemigo es el Batallón Defensores y la compañía del Capitán Areta. La pieza de a 8 se ha colocado convenientemente dentro del zaguán de una puerta de la calle que da frente a la casa de Rivero.
De repente, aquella puerta se abre de par en par, nuestro cañón rompe el fuego y por varios puntos salen a la vez y precipitadamente los soldados de Areta y del Batallón Defensores, llevando un ataque a la bayoneta a los que estaban posesionado de las casa frente a la Jefatura.
Sorprendidos los sitiadores por una acometida tan brusca e inesperada, los unos huyen despavoridos, y los otros ofrecen poca resistencia. Fueron muertos a bayonetazos los que no se quisieron rendir. Tomaronse algunos prisioneros, entre los cuales se encuentran 2 desertores del Batallón Defensores.
Dicese que la fuerza asaltada y deshecha es el Batallón Florida.
Pasa el día sin más novedad que algunos cañonazos.
Con el apoyo del ejército brasileño, liderado por Mena Barreto y Antonio de Souza Netto, personaje muy interesado en la contienda, ya que era poseedor de tierras en el Departamento de Tacuarembó y Paysandú.(según datos de F. Schulkin)
DICIEMBRE 8
La guarnición se ocupa en reparar, con bolsas de lana, los estragos causados por el enemigo en el Baluarte de la Ley. En las trincheras son pasados por las armas los 2 desertores tomados prisioneros el día anterior. Se cambian muchos cañonazos con los sitiadores, que no se aproximan a tiro de fusil. Desde el día anterior se raciona a la guarnición con víveres secos y carne salada, pues ya no tenemos carne fresca.
Por intermedio de los jefes de los buques de guerra extranjeros fondeados en el Puerto, se arregla con los sitiadores una suspensión de hostilidades todo el día siguiente, a fin de que salgan de la Plaza las familias que quisieran hacerlo, así como los extranjeros.
Ese mismo día se publico por bando el convenio, previniéndoles que tenían 24 horas para desocupar la población y que los jefes de los buques mencionados se ofrecían a transportarlos a la Provincia Argentina de Entre Ríos.
DICIEMBRE 9
Se establecen guardias fuera de trincheras, con orden de no disparar un tiro salvo el caso de ser atacados; lo mismo que de no permitir aproximarse a los enemigos a las trincheras, para que no se impongan del pésimo estado en que se hallan.
A pesar de ello, se les manda que no hagan uso de sus armas sino en vista de persistente desobediencia por parte de los sitiadores.
En todos los cantones hay grandes filas de balas de 3 calibres y hasta un montón de 80 bombas sin reventar, proyectiles arrojados por los enemigos principalmente en su bombardeo y ataque del 6. También hay palanquetas y balas enramadas o acollaradas con cadenas, en tan inmensa cantidad, que bien se podría hacer con ellas el pedestal o pirámide, como dijo el General don Leandro Gómez.
Las familias y los extranjeros abandonan el pueblo, a excepción de algunas que por nada quieren salir, entre las cuales recordamos a la familia de don Torcuato González, Coronel Raña, Merentiel, Comandante Aberasturi, la señora de Vila y otras que tienen sus esposos o hijos en la guarnición.
El día se pasa sin ninguna novedad.
DICIEMBRE 10
El ejército sitiador permanece acampado en diversos parajes de los alrededores de Paysandú pero fuera del alcance de nuestros cañones. Se cambian algunos tiros entre las guardias avanzadas de la Plaza y del enemigo.
Por la tarde los sitiadores hacen algunos disparos de artillería que son contestados de la Plaza.
La guarnición ha tenido 2 heridos de fusil. Todos los heridos son atendidos dentro de trincheras y con laudable esmero por el Doctor Mongrell, que no ha querido abandonarlos. Las señoras que han quedado en Paysandú se han constituido oficiosamente en enfermeras.
DICIEMBRE 11
Los sitiadores permanecen en sus posiciones del día anterior. En la torre del lado Sur de la Iglesia, donde están los vigías flamea al tope, como siempre, la bandera de combate. De cuando en cuando se oye algún disparo hecho por el Baluarte de la Ley; es el Teniente Díaz que hace fuego a los grupos de enemigos que se acercan. Este día los comandantes de las cañoneras Española, Italiana, Francesa e Inglesa, vienen al pueblo con permiso del General sitiador para apreciar como ha quedado la población después del bombardeo.
Hacen una visita al General Gómez y lo felicitan por la conducta heroica de la guarnición. Con motivo de estar cerradas y abandonadas la mayor parte de las casa de negocios, temiendo el General que la tropa cometiese algún robo, hace saber a la guarnición, en la orden General del día, que será pasado por las armas todo individuo que forzase la puerta de alguna casa abandonada o que robase en las casa cuyas puertas están destruidas.
DICIEMBRE 12
Una pequeña fuerza de infantería sale en protección de un piquete de caballería, que ha podido montar en los pocos caballos que nos quedan, mantenidos a grano y pasto seco, cuyo piquete lleva la orden de traer de las orillas del pueblo el ganado que regresar al pueblo escopeteándose con el enemigo, y el Baluarte de la Ley suelta algunos disparos. Con este motivo, se guerrillean las guardias.
El vigía hace señales de que los sitiadores se mueven .era para impedir que el piquete llevase a cabo su operación. El Coronel Piriz que la dirigía, tiene que regresar al pueblo. Además, Estomba sale con su Batallón y una pieza de protección de Piriz, cuyo refuerzo vuelve a la Plaza sin disparar un tiro, porque los sitiadores han hecho alto.
El piquete de caballería trae 4 bueyes, que es como si no trajese nada. El resto del día pasan sin sentirse mas que uno que otro tiro. Por la tarde entra en la Plaza la señorita Magdalena Pons, que ha conseguido penetrar por la esquina del Ancla Dorada burlando la vigilancia del enemigo. Esta señorita trae comunicaciones del Gobierno, en las cuales se le avisa al General Gómez que el General don Juan Saa, con el Ejército de Reserva, ha marchado por orden superior en auxilio de la Plaza sitiada. Que por consiguiente, continúe sosteniéndose en ella.
Con este motivo, el General pide un Oficial práctico y de toda confianza para enviarlo en comisión. El Alférez Sánchez, del Escuadrón Raña, si la memoria nos es fiel, es designado por su Jefe el General. Esa misma noche el General lo mando llamar y le dijo:
- Mi alférez, ¿se anima usted a pasar esta noche, a pie y sin ser sentido, por entre las guardias enemigas?
El Oficial le contesto: - me animo a pasar, mi General, y haré todo lo posible para que no me sientan.
- Bien señor Oficial, siguió el Jefe de la Plaza, voy a confiar a usted una importante y arriesgada comisión.
- Ordene mi General, respondió el Alférez.
Entonces el General sacando una nota del bolsillo, le hablo así:
- El General Saa viene con su Ejército en protección de esta Plaza. Aproveche usted la oscuridad de la noche y arrastrándose por el suelo como la culebra, trate de que el enemigo no lo sienta, pues si lo siente y lo descubre, seguramente lo fusila.
Y dándole seis onzas de oro, agrego:
- Una montura, busque usted al General Saa y le entrega esta nota. Ahora marche usted a ganar otro galón.
La nota decía lo siguiente:
“Al señor Comandante en Jefe del Ejercito de Reserva General don Juan Saa. Señor General: el infrascrito, Comandante Militar al Norte del Río Negro, ha recibido aviso del Ministerio de Guerra, de día anterior. En la torre en marcha con el Ejercito de su mando en protección de esta Plaza. En consecuencia, pongo en su conocimiento que el día 6 del corriente mes ha sido bombardeada esta Plaza por la Armada Brasilera que se encuentra fondeada en este Puerto, y simultáneamente hemos sido atacados por el Ejército el traidor Venancio Flores, el que ha sido completamente rechazado con perdidas de gran consideración.
El Ejército rebelde cuenta con 3.500 a 4000 hombres de las 3 armas y con una batería de 6 piezas de artillería. Si el Ejército de Reserva que V.E. comanda no tiene fuerza para librar con éxito una batalla campal, convendría que contramarchara, pues indudablemente al ser sentido el vándalo Flores marchara a su encuentro. La Plaza tiene víveres sobrados para resistir un sitio de 2 meses, y la guarnición es más que suficiente para rechazar al Ejército enemigo, si nuevamente intentase atacarnos.
Dios guarde al señor General. Leandro Gómez.”
Por la misma señorita Magdalena Pons se ha sabido en la Plaza que la mayor parte de las familias que nos dejaron el 9, se encuentran atendidas y bien tratadas por el Gobernador de la Provincia de Entre Ríos, habiéndoles dado carpas, ollas, platos, calderas y demás utensilios domésticos, así como zarazas, madràs, lienzos y otros géneros.
DICIEMBRE 13
El ejército sitiador sigue en su campamento. La guarnición alerta y pronta a combatir con igual valor al desplegado el 6 y diariamente.
La señorita Pons es despachada con correspondencia para Montevideo. Corre la noticia de que han llegado al Puerto algunas Hermanas de la Caridad, con el propósito de atender a los heridos de la guarnición. Dicese que con ellas esta el Vicario.
Por la tarde vemos venir del Puerto hacia la Plaza por la calle Real, un grupo al parecer de señoras con hábitos.
El grupo continúa acercándose y llega hasta 6 o 7 cuadras del portón Oeste. A esa altura cambia de dirección, volviendo una bocacalle, en ese mismo momento, de esa misma bocacalle, nos hace fuego una pieza que habían colocado allí los sitiadores.
Como los Guardias Nacionales creían que en aquel grupo venia el Vicario – siendo todo un ardid del enemigo – al percibir el fogonazo y sentir el estampido del cañón, gritaron subiéndose sobre la trinchera: -¡Ahí viene la bendición del Vicario!
Al punto se lleva al portón referido la pieza de a 8, que mando el Alférez Espilma, y mientras se cambian algunos cañonazos con la contraria, dos Compañías de la guarnición saltan fuera de las trincheras para apoderarse del cañón enemigo, pero advirtiendo este la maniobra, se retira a tiempo con su boca de fuego, y las compañías regresan a la Plaza sin avanzar mas terreno, por temor de ser cortadas.
DICIEMBRE 14
Todo sigue en calma completa. Vuelve a hacer fuego el cañón que los sitiadores han colocado en la calle Real, pero a mayor distancia que ayer.
Tiranse como 40 cañonazos de parte a parte, todos a bala rasa. Los Guardias Nacionales, al sentir el estampido de aquella, dicen: -“Ya vuelve a roncar el Vicario” con cuyo nombre han bautizado al cañón enemigo.
También distinguen perfectamente la diferencia de la detonación entre una pieza rayada y otra lisa, de modo que cuando sienten el silbido de la primera, distinto al de la otra, exclaman ruidosamente: -“Ahí viene una empapelada”.
DICIEMBRE 15
Observamos que los sitiadores presentan menos tropas que los días anteriores, pues no se ven más que las guardias y un cientos a cuatrocientos hombres.
Sale de la Plaza una fuerza de 500 hombres, que componen el Batallón Defensores, la Compañía de Areta, parte de la gente del Coronel Piriz y algunos Guardias Nacionales. Los Jefes que marchan a su frente son el General Gómez, el Coronel Raña, el Comandante don Silvestre Hernández y el Teniente Coronel graduado don Belisario Estomba.
Esta fuerza avanza sobre el campamento enemigo, desplegada en guerrillas y con sus reservas correspondientes. Los sitiadores hacen una muy débil resistencia y huyen. Una de las cañoneras nos dispara 4 o 5 tiros, que no ofenden a nadie, pues siendo la parte de la costa de ese lado algo barrancosa, las balas Brasileras pasan por elevación.
Los sitiadores han corrido parte hacia el norte de la costa y parte hacia el río. Los de la Plaza recogen mucho armamento y cargan con cuantas ollas, calderas y otros enseres había en el campamento de los enemigos, a quienes hacen 3 muertos, ignorándose el numero de los heridos. Por nuestra parte tuvimos 2 heridos y 3 contusos.
DICIEMBRE 16
Notamos que los sitiadores no tienen más que guardias de caballería.
Desde la torre los vigías no distinguen campamento alguno, ni ven que las guardias de caballerías tengan sus reservas correspondientes.
Salen de la Plaza los pocos hombres que es posible montar – unos 50 – pues el 6 perdimos la caballada. Después de marchar un rato explorando el terreno, reparando el General que el enemigo no da señales de vida, ordena que el piquete sigua avanzando, y manda en su protección una fuerza de infantería. La caballería adelanta al tranco, desplegada en dos guerrillas y protegida por los infantes.
Las guardias sitiadoras se ponen en retirada. Los de la Plaza la siguen como media legua, pero el Coronel Piriz, temiendo alguna estratagema, dispone que se contramarche, siempre al tranco. Entonces los enemigos vienen en pos de nuestra fuerza y ocupan sus antiguas posiciones. Por la tarde se repitió la misma operación de avance y retirada entre unos y otros.
DICIEMBRE 17
Como el día anterior, solo se divisan guardias de caballerías en el campo contrario. El General ordena que el piquete de caballería adelante algo más que el 16, para cuyo efecto lo hace proteger con mayor reserva de infantería. El piquete avanza como una legua, retirándose como el día anterior, y volviendo después los sitiadores.
También se ha avanzado hacia la parte del Puerto, llegándose hasta la orilla del río sin encontrar un soldado enemigo. Las cañoneras tampoco hacen fuego. No hay duda que el General Flores se ha retirado, dejando en observación únicamente estas guardias de caballería.
DICIEMBRE 18
Las guardias sitiadoras, como el día anterior. Los de la Plaza, ya no se ocupan de ellas, pues comprenden que si vuelven a hacer otra salida, los enemigos se retiraran y luego tornaran a sus puestos, convencidos de que los sitiadores no tienen caballos para perseguirlos.
En este día el Ayudante Fonseca y el Teniente Pons encontrándose, puede decirse, aliviados de sus tareas, se les ocurrió recorrer la línea de fortificación y visitar a sus compañeros, y emprendieron la marcha, pero llegan a un sitio y ven fuera de trincheras unas gallinas que la casualidad había conservado allí; en el acto forman el plan de tomarlas, y resuelven que en la noche las mansas aves debían sufrir un asalto. En efecto, a eso de las 11 los expedicionarios emprenden la operación y triunfan sin ningún alboroto gallinistico; a la vuelta con la codiciada presa, los expedicionarios se extravían y entran a un patio en donde se encontraba un hombre durmiendo. Fonseca le toca con el pie y le pregunta por donde es la salida; el interpelado se incorpora y sacando un sable, les dice agriamente: - Ahora les voy a mostrar la salida! En el acto fue reconocido, y entonces vieron que el hombre que tenían delante era el Coronel don Tristan Azambuya; este los condujo presos al Cuerpo de Guardia, y allí estuvieron hasta que llego el Jefe de día, que lo era el Coronel Abestury, quien enterado de todo lo sucedido, se puso a reír, pidiendo al Coronel Azambuya la libertad de los detenidos, la que fue concedida, previa la correspondiente amonestación. Sin embargo, y a pesar de todo, el Coronel Azambuya también se hizo cómplice de esta aventura, puesto que acepto una de las gallinas que habían tomado prisioneras los expedicionarios.
Se despachan bomberos de confianza, con la misión de averiguar en donde se encuentra el Ejercito del General Flores. A los Oficiales de la Guarnición se les permite ir de paseo hasta el Puerto. Los Brasileros no los hostigan de ninguna manera.
Este da ha sido preso un voluntario Argentino, por haber robado unos pares de botas en una zapatería. El General mando que se le pusiera en capilla, y en la orden General del mismo día, dadas por el Detall, se decia lo siguiente:
1) “Debiendo ser pasado por las armas el reo puesto en capilla hoy, por haber robado en una zapatería, el señor General dispone tenga lugar la ejecución a las 10 de la mañana del siguiente 19 de Diciembre.”
2) “Los cuerpos de la Guarnición mandaran una Compañía para la formación del cuadro, el que será mandado por el Teniente Coronel don Belisario Estomba, a quien se le nombra para dar cumplimiento a los dispuesto en esta orden”. La cual firmaba el Sargento Mayor Larravide, Jefe del Detall.
DICIEMBRE 19
Los enemigos permanecen quietos como el día anterior. Son las 9 y 50 de la mañana. Un banquillo esta colocado en al lado de la zapatería Quintana, donde ha sido hecho el robo d que hemos hablado.
El cuadro se ha formado ya y el reo entra en el al paso que le permite la barra de grillos que tiene remachada.
A su retaguardia marcan los tiradores, y ya van a sentar en el banquillo al sentenciado, cuando se oyen estos gritos de la parte exterior del cuadro: - Alto, alto la ejecución! El Jefe del Detall viene a todo correr.
Llegado junto al Comandante Estomba, le dice en alta voz: - Comandante esta a salvo la vida del reo. El General ordena lo haga conducir preso a su cuartel.
En seguida manda retirar la fuerza. Esa tarde se hacia saber en la orden General que:- “A pedido de las señoras de Aberasturi y González, y en atención a los servicios que voluntariamente había prestado el reo, distinguiéndose por su valor en los hechos de armas de los días anteriores, en que había tomado parte el señor General le perdonaba la vida”.
DICIEMBRE 20, 21, 22 Y 23
Estos días pasan sin otra novedad que algunos tiros cambiados entre las guardias de la Plaza y los sitiadores. Ya se sabe por los bomberos que el General Flores se halla acampado con su Ejército en San Francisco, a 5 leguas de Paysandú.
DICIEMBRE 24
Regresa a la Plaza el oficial que se mando en comisión el día 12. Trae la contestación del General Saa fechada desde el Río Negro el 15 de Diciembre. El oficial dice que el General queda acampado en el paso de este mismo río, que dista 18 o 20 leguas de Paysandú. El General Saa manifiesta en su nota que se ha pedido al Gobierno el Batallón Bastarrica y la División San José y que cuando estas fuerzas se le incorporen, seguìria su marcha a esta población, todo lo cual se comunico a la Guarnición en la orden del día.
Teniendo en cuenta la corta distancia a que se hallaba el General Saa y la fecha de su nota, creía que tal vez ya se le hubiesen incorporado las fuerzas que había pedido al Gobierno y esperaba de un momento a otro la llegada del Ejercito de Reserva.
DICIEMBRE 25
Vuelve el Ejercito del General Flores a acercarse a la Plaza.
DICIEMBRE 26
El Ejercito enemigo estrecha el sitio de la Plaza.
DICIEMBRE 27
El vigía da aviso de que a lo lejos se distingue un Ejército.
- Ese es Saa, dijo el General Gómez - y dirigiéndose al Jefe del Detall le ordena que mande hacer una salva de 21 cañonazos en celebración de la llegada del Ejército de Reserva, cuya salva la hizo el Capitán don Federico Fernández.
Desde la torre del vigía se ven aproximarse a la Plaza 3 grandes columnas paralelas. Poco después se distinguen banderas. Es el Ejercito Brasilero, al cual el General Flores ha servido de vanguardia.
- Pelearemos contra los Brasileros y contra Flores, dijo el General, así que diviso las banderas Imperiales. Y si nos toca morir, aquí moriremos por la independencia de la Patria. Cada cual a su puesto de honor.
DICIEMBRE 28
El Capitán don Carlos Flores se pasa al enemigo. Por la tarde el vigía ha…. (Fragmento perdido).
- 16 piezas de artillería? No lo engañan sus ojos mayor? Pueden ser que sean carretas.
- Ojalà que lo fueran. Pero, por desgracia son cañones, Coronel. Aquí tiene mis gemelos. Mire y vera como no me engañan los ojos.
DICIEMBRE 29
El ejercito sitiador esta en los campamentos que ha tomado la víspera; la guarnición sigue alerta en los puestos de honor, y en el asta-bandera de la torre permanece izada la bandera de combate.
Por la tarde un grupo de oficiales enemigos recorre sus líneas avanzadas, mostrándose a nosotros en las alturas. El baluarte dirige 2 disparos a ese grupo, 2 veces que ha creído tenerlos al alcance de sus piezas.
DICIEMBRE 30
El día pasa sin novedad. Por la noche se siente ruido en el campamento de los contrarios y el traqueo de carretas y otros vehículos.
El Jefe del Detall da cuenta de esto al general, quien dispone que salga un oficial con algunos hombres para descubrir lo que ocurre, cuyo oficial y gente se ordena que vayan agazapados por entre zanjas y cercos, para que no los descubra el enemigo. La orden fue impartida al Jefe de la Línea de Defensa al Sur, Comandante don Federico Aberasturi, quien mando al Capitán don Abelardo Marote con 20 hombres. Este Oficial ultrapaso la orden, pues se adelanto hacia los enemigos e hizo fuego, al cual los sitiadores contestaron inmediatamente. Un cuarto de hora después el Capitán Marote se presenta al Estado Mayor y comunica que los sitiadores están construyendo una batería en Bella Vista.
Bella Vista se nombra una propiedad donde había un gran cerco de tunas y se halla situada en lo más alto de la cuchilla que pasa al Norte del pueblo, distante unas 10 o 15 cuadras de la Plaza.
El Jefe del Detall participo al General Gómez el resultado de la misión encomendada al Capitán Marote.
Entonces el General le dijo: - Mañana, en cuanto raye el día, me desaloja usted de ese punto al enemigo.
El Jefe del Detall, mirando sorprendido al General Gómez le contesto: - ordene el General como y de que manera desalojare el enemigo.
-A cañonazos, repuso el General Gómez, pues no quiero que salga ninguna tropa fuera de las trincheras.
Hay que tener presente que la única artillería que nos había quedado servible, eran las piezas de fierro de a 12 y las de bronce de a 8, porque las de a 6, desfogonada, gracias que pudiera hacer uno que otro tiro en caso muy extremo.
DICIEMBRE 31
En la madrugada de este día – aun faltarían 2 horas para el amanecer – el Detall inicio el toque de diana, que repitieron los cuerpos de la Guarnición .dados los partes y repetida la orden del Estado Mayor, de estar prontos para la pelea, el Sargento Mayor Larravide subió al Baluarte de la Ley, que mandaba el bravo Teniente Juan José Díaz, desde quedo fuera de combate el Comandante Braga.
Los artilleros ya están en sus puestos y las mechas encendidas en el portamechas que yacen clavados en el piso de la batería.
- Teniente Díaz, dice el Jefe del Detall, tome usted con sus piezas la puntería de Bella Vista, porque en cuanto aclare vamos a romper el fuego sobre este punto, donde los enemigos han colocado una batería. La pieza de a 8 ha pasado a mandarla el Teniente Rafael A. Pons, por haber sido herido el Alférez Joaquín Espilma en los días anteriores, la de a 6, la comandaba el Sargento distinguido don Juan Irrazabal, cuyas 2 piezas volantes se hallaban a las ordenes del Capitán don Federico Fernández.
Uno de los cañones esta colocado en la esquina de la plaza, cantón de la casa de Argento, y el otro en la esquina siguiente, cantón de la casa de Paredes, y ambos con dirección a Bella Vista.
Ya quiere aclarar. Los sitiadores echan diana. En ese momento el Jefe del Detall le dice al Teniente Díaz:
- Ahora, Teniente junto con esa diana rompa el fuego.
Hace Díaz el primer disparo y se le contesta con el fuego de treinta y tantos cañones de todo calibre, unos situados en Bella Vista y los otros en la cuchilla frente a la Plaza.
Nuestras piezas de bronce también hacen fuego. Las del enemigo son dirigidas al Baluarte de la Ley y a la Iglesia; así es que en la plaza cae un verdadero diluvio de balas. A pesar de la desproporción de elementos entre ambas partes, los cañones de la Guarnición siguen respondiendo al fuego nutrido y graneado de los sitiadores, pero por cada una de estas balas, el enemigo nos envía 50 de mayor calibre.
Nuestros artilleros hacen prodigios de valor, tratando de apagar los fuegos contrarios. Una nube de humo y polvo envuelve el recinto de la Plaza. Los cascotes saltan como lluvia incesante del parapeto del Baluarte de la Iglesia, y de los edificios de la Plaza. El Baluarte esta acribillado a balazos, y en medio de aquel fuego infernal se empiezan a poner bolsas de lana para tapar las averías de dicha batería. De vez en cuando se oye vivar a la Nación, al Gobierno, a la Independencia de la Patria y a algún Jefe u Oficial de la Guarnición, mezclados con los ayes y lamentos de los heridos. Solamente pelean los artilleros, porque el resto de la Guarnición no tiene a quien disparar un tiro, pues los sitiadores están fuera del alcance de nuestros fusiles.
Son las 8 de la mañana y el fuego continua del mismo modo que al amanecer. Una de las piezas del Baluarte ha sido inutilizada por una bala, que le ha partido en pedazos el mástil, otra bala ha destrozado una de as ruedas del cañón de a 6; mas de la mitad de los artilleros están tendidos al lado de sus piezas y nuestros fuegos poco menos que apagados pues no nos quedan mas que 2 cañones.
Los artilleros del cañón de a 6 se ocupan de sustituir la rueda destrozada con otra del armon, y colocarle a este la rueda de uno de los carros de municiones. Puede decirse que los enemigos nos están fusilando a cañonazos, porque 3 y tantas bocas de fuego vomitan sus proyectiles sobre nosotros.
El cantón de la esquina de la Plaza, frente a la casa de Paredes, es el Cuartel de Artillería. Su corralón, cercado por una pared de ladrillos sentada en el barro, pared atronerada y resguardada exteriormente por una zanja, esta guarecida con un piquete de Infantería de Guardias Nacionales. En el se encontraba don Felipe Argento. A eso de las 9 y cuarto de la mañana una bala de cañón derribo a Argento llevándole las 2 piernas. Este valiente joven Guardia Nacional, revolcándose en el suelo, dio vivas a la Patria, al Gobierno y a la Guarnición. Al punto le colocaron en un catre para conducirlo al Hospital, mientras que el les dice: - “Compañeros, peleen hasta morir. Les recomiendo mi familia”.
De allí es sacado por 4 de sus camaradas, pero antes de pasar la cuadra de la plaza expiro sin lanzar un ay! Muchos actos de valor se han visto entre los bravos Guardias Nacionales de la Heroica Paysandú; pero como el de Argento muy pocos. La Republica Oriental perdió en el a uno de sus mas buenos hijos y de los mas intrépidos, porque desde el primer instante del sitio se le vio siempre distinguirse en los puntos de mayor riesgo, entusiasmando con su palabra y con su ejemplo a los guardias nacionales.
El cañoneo sigue sin interrupción. A las 10 es derrumbada la torre del lado Norte de la Iglesia, causando algunas victimas con sus escombros. La pieza de a 6 reparada la rueda vuelve a hacer fuego. El Baluarte se estremece a cada bala que recibe y se teme que de un momento a otro se venga al suelo.
A las once cesa el fuego de los sitiadores y al disiparse el humo vemos que se mueve la Infantería Brasilera. Traen el ataque; pero esta vez lo hacen de un modo distinto al del día 6, pues avanzan desplegados en guerrilla. Al llegar a la orilla del pueblo se cubren en los cercos y casa. Ya no vienen por el medio de las calles, sino que penetran por los sitios entre manzanas, abriendo portillos y boquetes en ellas y en los cercos y tápiales, para pasar guarecidos de nuestros fuegos. Van a asaltar la línea norte. En esa línea el General Gómez, así como el Coronel graduado don Juan García Aberasturi, Torcuato González Rivas, los Capitanes Areta, Moreira, Ovidio Warnes, Masanti y Mernes (Emilio), de Guardias Nacionales a excepción del primero. También hay como unos 20 Oficiales, cuyos nombres sentimos no recordar.
Medio Batallón de Defensores vine al trote para reforzar la línea. Los enemigos se acercan y se rompe el fuego de fusileria. De cuando e cuando se oye el estampido de una de nuestras piezas volantes. Se dan vivas por los defensores de las trincheras. El ataque es sostenido con vigor y con más vigor también sostenida la defensa.
En algunos puntos de la línea los sitiadores llegan hasta la misma pared que resguarda a los sitiados pero son rechazados con grandes perdidas, dejando los cadáveres al pie de nuestros débiles muros. De tiempo en tiempo resuena una diana, tocada por un clarín o un tambor; es que hemos triunfado en alguna acometida parcial al enemigo. Hay momentos en que únicamente el valor de los Orientales, centuplicado por la noble y santa causa que defienden, puede contener el ímpetu y el número de los asaltantes, pues durante la pelea de este día se ha visto a un grupo de 40 y 50 guardias contener y derrotar a todo un Batallón Brasilero.
Las piezas de a 8 y de a 6 desfogonadas, tan pronto están en un cantón como en otro tan pronto en los centros de las manzanas o donde sea preciso desalojar a los contrarios. Y cuantas veces, faltándonos momentáneamente la metralla, cargamos a piedra y cascotes esas mismas piezas!
Los Oficiales de la Guarnición se arman con los fusiles de los enemigos que caen prisioneros y hacen fuego a la par de los soldados. Son las 2 de la tarde: hace 3 horas que los Brasileros han traído el asalto, y no han podido apoderarse de ningún cantón.
A esa hora los asaltantes corren por su flanco derecho circunvalando las 2 cuadras fortificadas que miran al Puerto.
Al centro, en la calle Real, se halla el Coronel Piriz; a su izquierda el Comandante don Pedro Ribero (en el cantón del edificio de la Jefatura), y a la derecha, en el cantón de la bocacalle, el Comandante don Silvestre Hernández. A sus ordenes están los Jefes subalternos y Oficiales de la fuerza del Coronel Piriz, pertenecientes a la Guarnición del Salto, con cuya fuerza se han guarnecido los otros de aquellas manzanas. A ellos les toca ahora su turno. Entran también en pelea, y como los defensores de la línea Norte, hacen prodigios de valor rechazando todos los asaltantes que les traen.
La señora de don Torcuato González es una heroína, pues despreciando los peligros y con riesgo de su vida, se la ve alcanzar baldes de agua a los cantones, para que sus defensores aplaquen la sed o ya con su propia mano vendar las heridas de algunos valientes de la guarnición, haciendo uso de sus ropas cuando se le agotaban las tiras de lienzo de que estaba provista. El Dr. Mongrell atendía cuidadosamente a los heridos en el Hospital.
Volviendo a la señora de González, debemos consignar que cuando se esposo le pedía que se retirara, ella le respondía: - y tú no estas aquí cumpliendo con tu deber, pues donde se halle mi esposo quiero encontrarme yo. Ese es también mi deber. No te abandono por mas que me lo exijas.
A las 3 mas o menos los sitiadores se apoderaron del edificio donde esta la Aduana, calle por medio del portón de la calle Real. El Coronel Piriz ordena que se desaloje de allí al enemigo, y formando el mismo en el número de los que iban a dar cumplimiento a lo ordenado, dice al Oficial encargado de llevar el ataque: - estoy a sus órdenes, señor Oficial, mande usted. El Oficial da la voz de a la carga y el Coronel Piriz, armándose de un fusil, carga como soldado en primera fila y contribuye al éxito del ataque.
A las 4 e la tarde, el fuego es general y se pelea sin descanso en las líneas de defensa Norte y Oeste. Los sitiadores abren troneras en las casas y paredes que ocupan, para hacernos fuegos desde ellas. De rato en rato se oye un toque de clarín por parte de los enemigos. Siempre el mismo toque. Ha de ser Brasilero y no de la gente del General Flores, porque los sitiados no comprenden su significación. Después se ha sabido que ese toque quería decir: Sigua el fuego!
Todo el armamento de la Plaza consiste en fusiles de pistón y nos quedan pocos fulminantes. A fin de conservarlos para un caso mas apremiante, se ensaya hacer fuego con fósforos de Roche, colocando el mixto sobre el oído del fusil cargado. El ensayo da un resultado magnifico. El General mando entonces distribuir cajas de fósforos, con la orden de no gastar un solo fulminante sin en circunstancia de tener que hacer fuego apresurado o durante la noche en que es mas difícil colocar la cabeza del fósforo sobre el oído del fusil.
Los sitiadores, buscando el favor del viento, han incendiado varias casas con techo de paja, para que el humo nos venga encima y nos moleste. En las 2 líneas atacadas, sitiadores y sitiados luchan calle por medio: el individuo que se descubre una cuarta es hombre muerto.
La guarnición disminuye hora por hora, pero los que sobreviven no desfallecen. La imagen de la Patria los alienta y el ejemplo del valor y de la tenacidad de Artigas anda de labio en labio. Seremos tus dignos compatriotas, heroico Jefe de los Orientales.
A las 5 de la tarde es herido mortalmente el General don Lucas Piriz. Se le conduce a la casa de la familia Merentiel para ser asistido. Este denodado Jefe deja un inmenso vacío en la defensa, pero ni aun por eso desmayan los sitiados. El General Gómez esta presente en todas partes proclamando la guarnición y exhortándola a vencer o morir. La Bandera Oriental, que tremola en su mano Derecha, es saludada por hurras por los defensores.
La bandera esta hecha jirones por el plomo Brasilero. El súbdito español seños Chavarria tiene un almacén de comestibles en la Plaza. El no ha querido tampoco abandonar el pueblo, y también presto sus servicios a los heridos. Ha ofrecido cuanto tiene en su almacén y haga falta a los defensores de Paysandú. Ya se entra el sol y la pelea prosigue con el mismo encarnizamiento que al principio.
En medio del fuego graneado, de vez en vez resuenan descargas cerradas y el estampido de algún cañón, ora nuestro o ya de los asaltantes que han aproximado sus piezas con el propósito de abrir brechas en las trincheras. Los enemigos se corren mas a su Derecha, rodeando las trincheras en que esta el Coronel Azambuya, los Comandantes don A. Castellanos, don Ignacio Benítez, el Mayor Rojas con sus voluntarios, Senoiain, Sosa y Orrego. A estos bravos les toca entrar en danza. Nuevas tropas de los sitiadores vienen de refresco. Ellos tienen fuerzas sobradas para relevarse, descansar y comer. Nosotros tenemos apenas la mitad de las fuerzas que se necesitan para cubrir todas las partes de la línea de defensa, y no podemos descansar ni un minuto ni llevar un pedazo de galleta a la boca.
Los Brasileros hacen fuego hasta por gusto por encima de las paredes de los edificios. Cierra la noche y los sitiados reciben orden de responder con un fuego lento al incesante y nutrido de los sitiadores, para no desperdiciar las municiones, que principian a escasearnos y asimismo para que puedan descansar un poco.¡ Descansar !
Descansar de hacer fuego, pero no dormir, porque hay que estar a pie firme, y con el fusil al hombro pues el enemigo que se encuentra calle por medio, puede traer un nuevo asalto cuando menos se piense. Distribuyese a la Guarnición, como único alimento en todo el día, galleta y café con azúcar. El fuego de fusileria continúa toda la noche sin interrupción.
Según recuerdos de Orlando Ribero(un defensor), en la aurora del 31 de diciembre el humo de las granadas que explotaban transformaron en escombros el edificio de la comandancia y causaban tremendos daños a los muros y torres de la Iglesia. También Pons y Eransquin en su libro «Defensa de Paysandú" donde aparece un grabado del edificio de la Iglesia nueva dice: " En la madrugada del 31 de diciembre a consecuencia de un fuerte cañoneo, derrumbóse la nave que da al norte, causando la muerte de muchos defensores
ENERO 1 DE 1865
Durante la noche los brasileros han levantado trincheras con bolsas de lana y otros materiales así como con muebles y colchones en las calles que van hacia el Puerto y en la que defiende el Comandante Fernández y mira hacia el Norte. En todas las casas que ocupan han izado la bandera del Imperio.
Luego que la luz del día permite ver los colores auriverdes del pabellón Brasilero, un jovencito Guardia Nacional del cantón Warnes, dirigiéndose a sus compañeros les dice: - Que bandada de loros se nos ha venido encima!
A pocas varas del cantón que defiende el Capitán don Ovidio Warnes, los sitiadores se han apoderado de un rancho y con sus tiros nos han causado muchas bajas. Es preciso desalojarlos de allí. Con ese objetivo se mandan traer la pieza de a 6, desfogonada. En el ínterin los Guardias Nacionales intentan prender fuego al rancho, que es un galpón con techo de paja, pero no se les permite pasar al otro lado de la pared que los resguarda, para evitar el inútil sacrificio de vidas.
Entonces idean poner lanza-fuegos encendidos en la boca de los fusiles y dirigir los disparos al techo de paja. Mientras el cañón arroja sus proyectiles al rancho, los guardias nacionales apuntas sus fusiles al techo y al segundo o tercer tiro consiguen incendiar el galpón. Enseguida huyen los Brasileros y los Guardias Nacionales aprovechan ese instante para voltearlos a quemarropa.
Igual procedimiento al referido se hizo con los demás ranchos que estaban a tiro de pistola y ocupados por los Brasileros. El fuego no cesa un segundo. Desde el mediodía empiezan a pedir refuerzos o protección, algunos puntos de nuestra línea. Toda la Guarnición esta distribuida en ella. De modo que hay que sacar gente de los 2 parajes menos atacados o expuestos y luego de otros para estos y más tarde de estos mismos para atender a los cantones.
Por todas partes de la línea atrincherada, los sitiadores, han abierto brechas y boquerones, y donde existen esas aberturas es necesario estar prevenido. La Guarnición de la Plaza esta sumamente reducida. Apenas alcanza a cubrir los puntos más peligrosos de las trincheras; la mayor parte en escombros.
Además se encuentra cansada de tantas fatigas y sin comer ni dormir. Pero el patriotismo la sostiene y sigue muriendo con el heroísmo de los espartanos a la sombra de su amada bandera.
Todos los soldados tienen el hombro derecho hinchado de tanto hacer fuego, hasta el punto de que muchos cambian de mano el fusil para apoyar la culata en el hombro Izquierdo, pues es ya humanamente imposible hacer fuego de otro modo.
A la 1 de la tarde es muerto de un balazo de fusil el Coronel don Tristan Azambuya. Así sin disminuir la pelea, viene la noche.
La mitad de la Guarnición ha quedado fuera de combate, y por falta de gente nos es imposible enterrar a nuestros muertos queridos. Duerman en paz al pie de los débiles y arruinados muros que con tanta valentía defendieron.
Cuantos les seguiremos mañana? ¡ Pero morir por la Patria es gloria ¡ somos hijos de Artigas y de los 33 . Nuestra sangre no ha degenerado.
El General Gómez reúne la mayor parte de los Jefes a las nueve de la noche. Los presentes son: García, Estomba, Benítez, Silvestre, Hernández, Aberastury, Rivero, Castellanos, Larravide, y Torcuato González. El general les manifiesta que los ha llamado para oír su opinión y consultarles lo que convendría hacer en tales circunstancias.
Todos están de acuerdo en hallándose fuera de combate la mitad de la Guarnición y completamente cansado el resto y casi sin municiones, indudablemente el enemigo tomaría la Plaza al día siguiente, por ser absolutamente imposible sostener un asalto que trajeran a cualquier punto de la línea.
Además de que había ya algunos parajes, desguarnecidos por falta de soldados y las trincheras solo eran un montón de escombros.
El Comandante Aberastury dice que el Honor Nacional quedaba salvado y que después de semejante consideración no creía deshonroso entablar negociaciones con el enemigo, siempre que fueran dignas del valor Oriental. La mayoría de los Jefes apoyaron al Comandante Aberastury.
-Si a ustedes les parece bien, se puede dirigir una nota al General Flores pidiendo una suspensión de las hostilidades por 24 horas para enterrar a los muertos, dijo el General Gómez.
A lo cual contesto el Jefe del Detall:
- No creo que el General Flores acceda, bajo el fuego en que estamos y con las posiciones que han tomado los sitiadores. Lo más probable es que nos conteste que nos rindamos a discreción.
- Entonces el General pregunta al Mayor Larravide:
- Y que haría usted Mayor?
- Yo ¿Formaría en columna cerrada el resto de la Guarnición y por la calle cuya salida considerase más difícil forzaría el paso resueltamente. Muchos caeríamos pero habríamos de pasar. Luego ganaría la costa del río y marcharía hasta donde pudiera, a ver si escapábamos. Y en último caso dispersaría la fuerza.
- Eso no es posible, repuso el General Gómez. Tenemos muchos compañeros heridos y no los debemos abandonar. El General Flores, en último caso nos concedería una capitulación como la merecen nuestros heroicos soldados, y saldremos de Paysandú con todos los Honores de la Guerra, como dice el Comandante Aberastury.
- El Mayor Larravide replico:
- El General Flores creerá que pedimos esa suspensión de hostilidades para reparar los destrozos de las trincheras y prepararnos a una nueva resistencia.
El Comandante Rivero opino que realmente era mucho pedir 24 horas. Que no debía pedirse más que 2. Después de un instante de discusión se acordó pedir 6 horas y enviar el oficio con alguno de los prisioneros que se prestase a llevarlo. En la Plaza había entre los Jefes prisioneros los Coroneles Saldaña, padre e hijo, el Mayor Arroyo y otros. Resuelto el punto, la nota la firmo y mando traer a su presencia al Mayor Arroyo, con quien conferencio, y el cual acepto el cometido de entregarle la nota al General Flores.
Inmediatamente se le hizo salir de la Plaza por el cantón de la esquina de la Jefatura, con un farol encendido, previniéndole que cuando volviera con la contestación, lo hiciese por la misma trinchera, empleando tales o cuales señales para ser reconocido y que no le hicieran fuego.
Entretanto sigue el tiroteo. Son las 2 de la madrugada y el mensajero no vuelve. Son las 2 y media, las 3 , las 4 y no aparece el farol. No hay duda ; el General Flores no querrá responder o el prisionero se habrá quedado entre los suyos. El General Gómez se decide a mandar una segunda nota.
ENERO 2
Ya ha aclarado el día. El General Gómez remite la segunda nota con el Coronel Saldaña, a quien se le hace salir con un lienzo de pared que defiende el Capitán don Pedro Sierra. El sol viene saliendo. Media hora después muere de un balazo el Comandante don Pedro Rivero. El Coronel Piriz ha fallecido ya. Son las7 de la mañana, poco más o menos. Un segundo después el General ordena que sea arriada de la torre la bandera punzo, señal de combate, de la que solo ha quedado un Girón flameando y que se ponga una bandera blanca, mientras el Coronel Saldaña no regresa con la contestación. Pero la orden del General no se puede cumplir, pues las balas enemigas han cortado las drizas o cuerdas del asta-bandera, que están volando a merced del viento. Seria necesario sacar el asta- bandera.
Entonces manda que se ponga bandera en los cantones y que se suspenda el fuego, añadiendo de viva voz que los enemigos se aproximan, se les intime la retirada y que si no obedecen se les haga fuego. De esta orden mal interpretada, podrían aprovecharse los sitiadores, como se aprovecharon. Dicen, pero nosotros no lo aseguramos, que después de haberse izado las banderas blancas y hacer alto el fuego, regreso el Coronel Saldaña con la respuesta del General Flores, y que el General Flores se disponía a contestara cuando entraron los enemigos. La verdad es que se ignora como entraron, creyéndose que se aprovecharon de la orden de no hacerles fuego, empleando también palabras de conciliación y fraternidad entre los orientales. Cierto es que como se ha dicho, no todos los puntos de la línea estaban últimamente bien guardados, por falta de defensores. En algunos solo había un centinela, al cual pudieron haber muerto o aprisionado.
El resultado es que los sitiadores de las fuerzas del General Flores, primeramente penetraron por la manzana en que estaba situada la esquina del Ancla Dorada, y cuando el General lo supo, ya se hallaban dentro de las trincheras y en la calle Real. Desde este momento, todo se vuelve confusión en la Plaza, por haber sido cortados algunos piquetes nuestros. El General dispone que nuestras fuerzas se replieguen a la Plaza; pero por el motivo expresado, la orden no alcanza a darse en todos los puntos de la línea.
La fuerza sitiadora que esta en la calle Real, sigue avanzando. Los cantones mas próximos se repliegan a la Plaza y otros son cortados; y por las trincheras que se abandonan asaltan al tropel los sitiadores.
Nuestros soldados de la línea gritan: ¡Traición!¡ Traición ! algunos Oficiales rompen sus espadas y los Guardias Nacionales dan contra el suelo sus fusiles, diciendo con desesperación: ¡ nos han entregado a los Brasileros ¡ Malditos sean los traidores !
Apenas se han replegado 100 hombres a la Plaza y ya se encuentran en ella centenares de enemigos. Los enemigos empiezan a matar a lanza y sable. Los 100 hombres se defienden con sus bayonetas, con cascotes, con cuchillos como pueden. Pero el número vence al valor, y aquellos bravos restos de la Guarnición de Paysandú sucumben o caen prisioneros. El General Gómez, el héroe de esta defensa inmortal, cayó también prisionero, y fue conducido junto con el Comandante Braga. El Capitán Federico Fernández y 2 Ayudantes mas, Acuña y otro cuyo nombre no recordamos, por un Jefe del ejercito del General Flores y que hoy tiene una alta graduación militar (1) al jardín de la casa de don Maximiliano Ribero, donde fue fusilado con los que lo acompañaban, a excepción del Ayudante, cuyo nombre no recordamos, a quien salvo un Jefe del ejercito del General Flores.
Primero fue fusilado el General don Leandro Gómez y enseguida el Jefe contrario aludido pregunto, dirigiéndose a los demás prisioneros:
- Cual de ustedes es el Mayor?
- Aquí no hay ningún Mayor, repuso el Comandante Braga; pero si mandan fusilar según la graduación, ahora me toca a mí, pues soy Teniente Coronel.
Entre los que fueron asesinados, luego que los enemigos se apoderaron de la Plaza, se cuentan los Capitanes don Abelardo Marote, don Pedro y don Lidoro Sierra, el Ayudante Arcos del Batallón Defensores, el joven Fernández, hermano del doctor del mismo apellido, el Alférez Riansano y unos 50 o 60 , entre Sargentos, Cabos y Soldados.
Así que entraron, muchos de los sitiadores se entregaron al saqueo de la población. Gracias a esto y al desorden siguiente, se debe a que muchos Defensores de Paysandú pudieran escapar de caer prisioneros, porque como las tropas del General Flores no tenían uniforme y estaban vestidos como cada uno podía, sin mas distintivo que la divisa colorada salvaron aquellos defensores vistiéndose de particular y mezclados con los grupos de saqueadores.
Las casas de comercio y muchísimas particulares, fueron completamente robadas librándose de esto únicamente la de don Alejandro Dufrechou, Francés; en cuya casa pusieron una guardia para su cuidado en atención a que en el ejercito del General Flores servia un hijo de aquel señor, como Jefe o secretario. También se libro del saqueo la hojalatería de Sengotita, por ser este hombre quien sirvió de baqueano al ejército enemigo en sus diferentes ataques a diversos puntos de la línea de defensa.
Como ya dijimos, las fuerzas de la guarnición no tuvieron tiempo de replegarse a la Plaza. Puede decirse que fueron sorprendidas en los cantones y cortadas, pues cuando menos lo pensaron se les presentaba el enemigo por la espalda. Pero aunque se hubiesen replegado todos a la referida Plaza principal, no habrían conseguido otra cosa que tener mayor numero de victimas, pues ya ni municiones nos quedaban para luchar una hora mas, y toda la gente estaba sin comer ni dormir y enteramente fatigada de pelear sin descanso contra un numero 12 veces mayor.
El señor don Alejandro Dufrechou (padre), habiendo observado que los sitiadores ya estaban en la Plaza y viendo que el Comandante Aberastury y el Mayor Larravide pasaban por el frente de su casa, les manifestó que ya no podían replegarse a la Plaza y les ofreció su domicilio para que se amparasen allí, ofrecimiento que aceptaron ambos Jefes, comprendiendo que toda otra salvación les era imposible. Momentos después llegaba la guardia de que hablamos, la cual ignoro que dentro de la casa se hallaban dichos Jefes.
A la 1 del día la casa del señor Dufrechou se había llenado de Jefes y Oficiales del ejercito de Flores, ya llevados por el hijo del mencionado caballero o que habían ido a visitarlo. Entonces Dufrechou busco los medio de salvar al Comandante Aberastury y al Mayor Larravide y consiguió de su hijo y de Fortunato Flores que sacaran de allí disfrazado al primer huésped .un momento después salía del mismo modo el Jefe del Detall, conducido por don Benito Chaín. Ambos Jefes fueron acompañados hasta el Puerto y allí embarcados en un bote del buque de guerra del Vad – Ras.
El Comandante Estomba se refugio en la casa del señor Sarda, consiguiendo permanecer en ella oculto hasta el día siguiente.
El ejercito Brasilero y el del General Flores tomaron como 400 prisioneros. Las demás Plazas de la Guarnición o habían sucumbido en os combates o estaban gravemente heridos. Ese fue, poco más o menos, el número de Defensores de Paysandú que había en el campo enemigo.
De los Jefes y Oficiales prisioneros, a unos se les hizo jurar y a otros se les exigió bajo palabra de honor que no tomarían participación de ningún género a favor del Gobierno de la Republica, cuya exigencia y juramento se dieron a instancia del General Flores. Los prisioneros fueron conducidos a la casa azotea de don Servando Gómez donde eran custodiados por un batallón brasilero; pero antes de ser conducidos allí y estando aun en la Plaza se presento el General Suárez a caballo, y haciendo formar en batalla a los prisioneros, ordeno que todos los que fuesen Jefes, Oficiales y Cabos, dieran 4 pasos al frente. Como es natural nadie quería ser clase en esos momentos de angustia, y mas conociendo para que los mandaba salir de filas un hombre de tan terrible fama y sanguinarios antecedentes como el General Suárez.
La orden tuvo que repetirse varias veces, con amenazas horribles para todos. Así es que los Oficiales y clases principiaron a avanzar 4 pasos dispuestos al sacrificio, para evitar que fueran ultimados los compañeros que no eran clases. Estando en esta operación, apareció un Ayudante del General Flores, al parecer, y le entrego una nota al General Suárez. Este cruzo la pierna derecha sobre el pescuezo del caballo y abriendo el oficio se entero de el. Luego meneo la cabeza e hizo pedazos la nota y se retiro con muchas señales de disgusto, dirigiendo ultrajes a los prisioneros. Los Oficiales y clases volvieron a las filas por orden de otro Jefe del General Flores; acto continuo marcharon para la casa ya nombrada.
ENERO 3
En este día fueron separados los Jefes y Oficiales prisioneros, en numero de 60 mas o menos, y entregados a otro Batallón Imperial que los llevo hasta el Puerto. Llegados allí, el Batallón desplegó en batalla y su Comandante ordeno que los dichos Jefes y Oficiales se embarcasen en las lanchas para conducirlos a la isla denominada de la Caridad, por haberlo si pedido los prisioneros, pues ninguno quiso permanecer en territorio Oriental.
Después los prisioneros de la clase de tropa fueron incorporados al Ejercito del General Flores y llevados a la campaña del Paraguay.
(1) El Jefe que se refiere es el hoy General Francisco.
FIN DEL DIARIO
ANEXO
INTIMACIONES DE RENDICION A LA PLAZA DE PAYSANDÙ
La siguiente nota fue enviada el 3 de diciembre de 1864 al Jefe de la guarnición de Paysandú por el comandante de las fuerzas sitiadoras General Venancio Flores, intimándole a la rendición de la plaza Sanducera, al pie de la cual el General Leandro Gómez estampo la celebre frase: “Cuando Sucumba”, firmándola al pie y devolviéndola luego:
“El General en Jefe del Ejercito Libertador. Cuartel general, frente a Paysandú Diciembre 3 de 1864.
El abajo firmado General en Jefe del Ejercito Libertador pone a V.S. de plazo para la entrega de la plaza con su guarnición y todos los elementos de guerra que ella contiene, hasta pasado mañana 5 del corriente, a la hora de salida del sol.
Efectuada la entrega de la plaza los Jefes y Oficiales de esa guarnición obtendrán sus pasaportes para al paraje que designen, pudiendo permanecer en el seno de la Republica los que así lo soliciten.
Vencido el plazo fijado, y procediéndose enseguida al ataque, V.S. pagará con su vida las consecuencias o desastres que puedan ocasionarse.
Para concluir, diré a V.S. que para evitar que las familias sufran algún daño debe V.S. notificar a la población lo antedicho, pudiendo disponer de todo el día de mañana las personas que quieran dejar la ciudad.
Dios guarde a V.S. por muchos años.
Venancio Flores”
Y en esta de contestación, los jefes sitiadores niegan el pedido de tregua formulado por el General Gómez – resuelto en consejo de jefes – en la noche del primero de enero de 1865, enviada por intermedio del prisionero, Coronel Atanasildo Saldaña, nota que se aprestaba a responder el General Gómez, cuando fue detenido por una fuerza Brasileña en la mañana del 2 de enero de 1865.
“El General en Jefe del Ejercito Libertador. El Vicealmirante Barón de Tamandarè y el Mariscal de Campo Juan Patricio Mena Barreto, Comandante en Jefe del Ejercito Imperial.
Paysandú, Enero 2 de 1865. Al señor General don Leandro Gómez:
Después de la obstinada resistencia hecha por la guarnición de su mando, sin esperanza de salvación no puede hacerse lugar a la tregua que V.S. solicita en su nota de ayer que acabamos de recibir, no obstante los derechos de la guerra que invoca.
Dentro e las 8 horas de tregua que V.S. solicita debemos hallarnos en posesión de la plaza. Conceder esa tregua seria concentrar por nuestra parte el aumento de las calamidades de la guerra; y de V.S. desea que se atienda a los heridos y de se de sepultura a los muertos, evitando al mismo tiempo la ruina de la población y la efusión de sangre, cuya responsabilidad pesa exclusivamente sobre V.S. ríndase con la guarnición de su mando, en calida de prisionero de guerra, en cuya condición serán tratados con las condiciones debidas; única proposición que podemos hacerle.
Dios guarde a V.S. por muchos años.
Venancio Flores. Barón de Tamandare. Juan Patricio Mena Barreto.”
CARTA DEL GENERAL LEANDRO GOMEZ
Carta del General Leandro Gómez dirigida al cura párroco de Concepción del Uruguay Domingo Ereño, cuya trascripción textual es la siguiente:
“Señor don. Domingo Ereño. Paysandú Dbre 9 1864 - mi amigo el combate sigue: antes que rendirme ha resuelto hacer volar a Paysandú. La infame, canalla y cobarde marina Brasilera ha dado a Flores sus cañones de abordo. Nada de eso importa. El Corl. Gómez triunfa o perece con todos sus soldados. Dígalo usted así a mi gobierno y a los amigos. – suyo L. Gómez
CARTA DESDE UN NAVIO ANCLADO FRENTE A PAYSANDU (Traducida del Italiano)
“A bordo del Vesubio, enero 2 de 1865. Querido amigo: he asistido a los últimos días de la defensa de Paysandú: fue una defensa heroica y una caída gloriosa.
Le mando la relación, apenas concluida la lucha, mientras humeaban aun las ruinas de los incendios; los muertos y heridos hacían que las calles fueran intransitables; a cada momento se oían aun las descargas de mosqueteril y los gritos desgarradores de las victimas que se inmolaban. Escribo llorando…
Tanto valor, tanta abnegación, tanto heroísmo, merecían mejor suerte!
Pero hagamos callar nuestro corazón y contemos los hechos:
Paysandú sale poco a poco de entre el humo; sobre una bellísima colina, una que otra casa derruida se divisa desde cerca del Uruguay.
Frente a la ciudad y casi en el medio del río aparece una isla pequeña y arenosa; no tiene ninguna habitación, aquí y allí muchos pastos y pequeñas arboledas.
Los hombres aptos para servicio de las armas estaban atrincherados en la ciudad, bajo el mando del General don Leandro Gómez en número de 650.
Los demás habitantes de Paysandú se habían refugiado en la isla, vivían bajo tiendas y pequeños ranchos, miserablemente construidos de juncos.
La plaza era sitiada por 2000 hombres de flores, 3000 infantes ,1000 hombres de caballería y 48 piezas de artillería brasilera.
Al norte de Paysandú, a una distancia de una milla mas o menos de distancia, hay una pequeña cuchilla que domina la ciudad; sobre esta habían establecido los brasileros una batería de 12 piezas.
El fuego empezó al amanecer del día 31, al principio con fuego de mosqueteril para rechazar una salida que intentaron los sitiados y después fue un vivísimo fuego de artillería.
A las 8 de la mañana del mismo día, la infantería brasilera ataco la ciudad al norte y fue rechazada.
A la tarde el fuego de la artillería disminuyo y siguió animadísimo el de la mosqueteril.
A la noche 10 casa de la ciudad ardían era un espectáculo aterrador!
El día 1 de enero se rehizo un nutridísimo cañoneo y la mosqueteril seguía con nuevo vigor.
La batería puesta al norte de esta ciudad hacia estragos y ruinas. Siguió todo ese día y toda la noche.
A las 8 de la noche el bravo Gral. Piriz fue muerto de un balazo
Según todos ellos era un soldado valientísimo y después del General Gómez, el alma de la defensa honor a el ¡ el al menos murió combatiendo!
Después de medianoche, los brasileros y los de Flores tomaron algunas posiciones.
Los incendios seguían y crecían en la ciudad; se reanimaba cada vez más el ataque y la defensa.
Por momentos, entre el ruido de la fusileria y el estruendo del cañón se oían los gritos de los sitiados que se animaban a morir como héroes, recogiéndose alrededor de su jefe. Eran un puñado de leones!
Rayo el alba del día 2. Las perdidas sufridas en la noche, las municiones faltando, el cansancio de la guarnición, obligaron a Leandro Gómez a pedir un armisticio. A las 6 de la mañana mandaron a los Saldañas (los cuales, siendo del partido contrario habían caído prisioneros desde algunos meses en Paysandú) a los generales enemigos para pedirles una suspensión de las armas de 8 horas, durante la que habrían recogido los heridos, sepultado los muertos y tratado para la rendición de la ciudad.
Pero el pedido fue rechazado: dentro de 8 horas contesto el comandante brasilero seremos dueños de la plaza! No admitimos ninguna otra condición, sino que se rindan a discreción.
Si esperar contestación, la columna del Goyo Suárez y una columna Brasilera entraron en la plaza por una trinchera del Banco Maua. A las 7 y media de la mañana aparecía sobre la torre de la catedral el estandarte brasilero. No se sabe que mano lo bajo, pero lo cierto es que estuvo un momento.
Los pocos defensores se juntaron sobre la plaza principal. Los sitiadores hicieron irrupción y los tomaron prisioneros.
Al narrar esto me llora el corazón; escribo con inmensa pena al mismo tiempo que con desdén ¡ de este cuerpo de héroes, que cada soldado debía respetar y admirar, fueron llevados al enemigo el General don Leandro Gómez, Braga (que fue comandante de las fuerzas de Mercedes), Acuña, ayudante del General Gómez, y Fernández, que era el Jefe de Artillería, fueron llevados a un pequeño jardín y allí fueron fusilados.
En ese acto no hubo generosidad ninguna, y será una mancha eterna para quien lo ordeno.
Los comandantes de las cañoneras extranjeras se empeñaron para garantizar la vida de los prisioneros; y les fue prometido por el General Brasilero y el General Flores.
Asi caia Paysandú!
Adios.
M. »
17 Comments:
Estimado Sr. Pedoja: mi nombre es Lidoro Justiniano Sierra, nacido en Buenos Aires en 1938. Buscando antecedentes de mi familia he encontrado su blog y me ha emocionado la lectura de "El Sitio y la Defensa" de Paysandu". Ahora comprendo por que mi padre Gregorio Justiniano a veces cantaba acompañandose con su guitarra una música que comenzaba"heroica Paysandu yo te saludo...." a pesar de que jamás me comentó de donde provenía. Tengo algunos datos sueltos sobre mi familia. Comienzan con un Jose Sierra nacido en Mallorca en 1790 casado con Monica Reyes nacida en Paysandu en 1822, quienes tuvieron 5 hijos, uno de ellos Lidoro nacido en 1829, quien podría ser el Lidoro Sierra de su relato. En mis datos aparece otro Lidoro hijo de aquel, pero no tengo el nombre de su esposa y contemporaneamente aparece otro Lidoro hijo de Jose Diogenes (1840). A este último lo conocí y fue mi padrino de bautismo. Tal vez estos datos y algunos otros que tengo le sirvan para sus investigaciones, tal vez los que usted pueda tener me sirvan para seguir armando mi familia precedente, quedo a sus ordenes en mi correo itoana@interlap.com.ar Cordialmente Lidoro Justiniano Sierra
Excelente compilacion historica un relato apasionante y digno de ser llevado al cine, es una epopeya que todos deberian conocer.
felicitaciones !!!
Horacio desde España.
Me gustaría generar un debate sobre un libro que escribió un uruguayo: No robarás las botas de los muertos.
En él, si no entendí mal, hay una de los más canallezcos pensamientos que se hayan escrito sobre el Gral Leandro Gómez.
Se insinúa que la valentía del Gral Gómez se debía a que estaba tuberculoso y sabía su muerte cercana.
Me gustaría escuchar alguna opinión al respecto.
Para Horacio, hasta donde tengo informacion Leandro Gomez sufria de asma pero no hay datos concretos que sufriera de tuberculosis, cuentan que de noche no podia dormir por su asma y se sentaba en la plaza abrigado con un sobretodo sentado para poder respirar, aunque esto fuera cierto se hubiera inmolado el solo y no toda su gente, creo que su fuerte conviccion y valores fueron su guia hasta el final y asi le respondio su gente luchando junto a el hasta el final.
saludos
jorge pedoja
Estimado Sr. Pedoja:
que bueno su relato!! pensar que hay tan pocos relatos de nuestra historia del Partido Nacional. Le cuento que mi tarabuelo era el Cte. Juan M Braga y mi abuela Silvia Braga de Freitas de Olaso nos contaba que cuando el Gral L. Gomez junto con el Cte. Braga fueron llevados para ser asesinados se abrieron las camisas, dejaron su pecho al aire y dijeron "TIREN COBARDES" y alli sucumbieron.
Gracias por lo que ha escrito.
Magdalena Olaso
Para Magdalena:
Muchas gracias por sus comentarios, le aclaro que el diario es de autoria de Hermogenes Masanti uno de los sobrevivientes yo solo lo he recopilado y rescatado de antiguos diarios (mas precisamente de el diario el Nacional de Paysandu de enero de 1925.
saludos
hola, soy una estudiante de profesorado de historia, y tuve que hacer un informe sobre mi ciudad: Paysandú. Buscando información encontré este sitio, y la verdad me fue de mucha ayuda. quiero felicitar al reponsable, me parece una muy buena investigación. esperando que no detenga sus estudios sobre la historia de nuestra ciudad, saluda a usted. Ana
sR. pEDOJA, ME HA SIDO MUY GRATO LEER SOBRE LOS HECHOS ACAECIDOS EN PAYSANDU, Y DESEARÍA TENER ALGUNA INFORMACIÓN MÁS SOBRE EL COMANDANTE JUAN MARÍA BRAGA, QUE FUE MI TATARABUELO PERO YA NO TENGO A NINGÚN FAMILIAR VIVO QUE PUEDA PROPORCIONAR INFORMACIÓN, ASÍ QUE AGRADECERÍA SI ALGUIEN PUEDE ORIENTARME EN DÓNDE BUSCAR INFORMACIÓN, LEO QUE ERA TAMBIÉN COMANDANTE DE LAS TROPAS DE MERCEDES.... GRACIAS Y FELICITACIONES POR DIFUNDIR ESTE DIARIO DE PRIMERA MANO SOBRE LOS HECHOS ACAECIDOS
sR. pEDOJA, ME HA SIDO MUY GRATO LEER SOBRE LOS HECHOS ACAECIDOS EN PAYSANDU, Y DESEARÍA TENER ALGUNA INFORMACIÓN MÁS SOBRE EL COMANDANTE JUAN MARÍA BRAGA, QUE FUE MI TATARABUELO PERO YA NO TENGO A NINGÚN FAMILIAR VIVO QUE PUEDA PROPORCIONAR INFORMACIÓN, ASÍ QUE AGRADECERÍA SI ALGUIEN PUEDE ORIENTARME EN DÓNDE BUSCAR INFORMACIÓN, LEO QUE ERA TAMBIÉN COMANDANTE DE LAS TROPAS DE MERCEDES.... GRACIAS Y FELICITACIONES POR DIFUNDIR ESTE DIARIO DE PRIMERA MANO SOBRE LOS HECHOS ACAECIDOS
Hola.
Felicitaciones por el blog. Mucha información y sobre un hecho muy importante para la region (no solo para la ROU). Vivo en Concepción del Uruguay y hace poco empeze a investigar mi arbol genealógico. El mayor de mis tios me dijo que mi bisabuelo (Ramon Paredes) cruzo el rio desde Paysandú cuando "la guerra". Pero cuando hago los caculos de su fecha de fallecimiento y la edad me da que debe haber nacido alrededor de 1883, por lo cual no es el sitio de Paysandú el acontecimiento belicoso. Otro dato mas es que me hablan de colorados y blancos, y como yo no se mucho de historia, no puedo ubicar cual fue la "guerra" entre blancos y colorados de la cual huyo o participo. Le agradecería me oriente.
Tambien le agradecería mas datos sobre la casa de los Paredes o de la viuda de Paredes que Ud menciona en el blog.
Lo felicito de nuevo.
Saludos cordiales.
Gustavo F. Paredes Delaloye
lu2jgp@yahoo.com.ar
lu2jgp@gmail.com
Qué grande es internet que nos permite encontrar estas joyitas!!
Un saludo de una uruguaya en España,
R. Barcelona
De acuerdo al comentario escrito por MAGDALENA OLASO; me agradaría comunicarme con ella, ya que soy tataranieta del Cte. Braga; el objetivo es intercambiar información, historia, antepasados, inmigrantes de la famila,etc.- Por favor dejar un mensaje en este blog.-
Para los familiares del Cte. Juan M Braga, tengo todas las biografias,no solo de el sino de todos los hermanos, esposas, padres y abuelos. Ellas estan en el libro "Historia de Paysandu,Tomo 1 de Augusto Schulkin de 1958" el mismo esta a disposicion en las bibliotecas o a la venta en varias librerias de Montevideo.si no tienen acceso al mismo haganme llegar vuestro mail y con gusto les enviare mas informacion. saludos, Jorge Pedoja
Estimados, me encantaria tener acceso a las biografias familiares, mi mail es mof@adinet.com.uy, gracias y saludos. M. Olaso
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Para los que pidieron explicación si el Gral. Leandro Gomez tenia tuberculosis, se encuentra escrito en un libro de un contemporáneo Paginas Sueltas de Lindolfo Cuesta (1837-1905 nacido en Paysandu)
Estimados Sres.soy biznieto de Ramon Felix Garcia o Garcia de Arguibel, pertenecía al Cuerpo de Guardias y era ayudante del Coronel Raña (eran cuñados y cuando fallece Raña,logró fugarse y emigro a la Rep.Argentina con su cuñada).Aparece su foto en las memorias del Cap.Masantti.Una biografía de él,fue publicada en un diario de la Rep.del Uruguay, por un historiador Sr Schulkin.Me interesa conseguirlo. Como así también toda información que se pueda obtener. Podran ayudarme? Como dato curioso, es que recien ahora de jubilado me he enterado y lo que es más es que estoy casado con una biznieta del Coronel Lorenzo Latorre.Cordialmente, Eduardo Luraschi.
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